Ahora sí, aunque el veroño sigue instalado una semana más, hay equinoccio y superlunas. Lo que es un otoño, vaya. El sector turístico encara una época de desafío una vez que las fechas centrales de la temporada turística de 2015 ya han pasado. El turismo gastronómico asoma como una opción autónoma, separada ya de la etiqueta amplia del “turismo cultural” y cuenta, además, con un cierto poder desestacionalizador para destinos. El otoño, el tiempo de la cosecha, es un buen momento para reflexionar cuáles son los pasos metodológicos que un destino tiene que plantearse antes de elaborar una oferta de turismo gastronómico, y, sobre todo, cuáles son los agentes con los que se debe contar para construir una oferta atractiva y que dure en el tiempo.
El turismo gastronómico, decimos, ha ganado su espacio propio: de la misma manera que los eventos relacionados con la cocina y la alimentación ocupan páginas de diarios, minutos de televisión y, lo más importante, atraen a una buena cantidad de público. Si su origen estuvo asociado al turismo de negocios o el cultural, hoy es una rama más del árbol del turismo por pleno derecho o, para decirlo de otra manera, ya se hacen viajes y estancias para probar las especialidades de esta ciudad o aquella. Tenemos los ejemplos de Donosti, Logroño o el Principado de Asturias. El turismo gastronómico también confluye con el vino y ha activado a muchos destinos bodegueros como receptores de turistas y la etiqueta “gastro” se demuestra cómo un activo para los destinos pero, ¿cómo comenzar a utilizarla?
Uno de los primeros pasos para activar un plan de desarrollo del turismo gastronómico es, obviamente, identificar el entorno y distinguir qué productos tienen potencial para atraer a visitantes, ya sea por su elaboración o porque son característicos de la zona. El siguiente paso es establecer puentes entre los diferentes implicados en la configuración de un destino: productores, restauradores, hoteleros y turoperadores son las personas con las que debemos contar a la hora de plantearnos lanzar una campaña de destino gastronómico. Si contamos con un producto singular y la colaboración de los agentes implicados, nuestro siguiente caballo de batalla es la excelencia: la profesionalidad del servicio y la extrema calidad del producto harán que “la montaña venga a Mahoma”.
¿Están todos identificados? ¿Saben todos los implicados cuál es el plan? Pues se inicia la fase del desarrollo. Un destino gastronómico es una cadena. No solo cuenta la oferta de un restaurante concreto o el servicio de aquel hotel o casa rural. El primer paso es vincular a los productores, es decir, al sector primario: agricultura, ganadería y pesca. La calidad del producto se distingue por cómo se obtiene: agricultura ecologista, ganadería no industrial o pesca con arte tradicional son activos a la hora de desarrollar una apuesta por el producto de kilómetro cero y lo local como apuesta exclusiva. Ya que tenemos que contar con sectores económicos diferentes, otro aspecto fundamental es contar con una relación fluida entre la iniciativa privada y el poder público, con la creación de un Club del Producto. A partir de aquí, la innovación a la hora de ofrecer el producto a destacar y la elaboración de un catálogo de oferta que incluya experiencias únicas asociadas al destino y al producto, son el último ítem que no debemos olvidar. Innovación, imaginación, profesionalidad.
Un análisis de los objetivos que quiere alcanzar un destino turístico tiene que pasar por el análisis de la oferta que podemos lanzar, la demanda que puede tener y qué acciones podemos emprender para ampliar la difusión de nuestra oferta en la demanda que hemos identificado.
La oferta pasa cuantificar qué centro de producción tenemos: agricultores que organizan su producción según parámetros tradicionales, canales de comercio gastronómico, mercados de abasto tradicionales, restauradores y cocineros, centros de formación, producto propios y fiestas y exaltaciones gastronómicas. Cuantificadas y calificadas según su nivel de desarrollo, el siguiente paso es identificar la demanda potencial para nuestro producto. El turismo gastronómico tiene en los aficionados a la gastronomía, o foodies, uno de sus nichos objetivos. Además, como indicamos al principio del post, el turismo gastronómico nació como una parte del turismo cultural, de negocios y familiar. Nuestros esfuerzos deben estar orientados a conquistar a estos sectores, además de hacernos con un lugar en la intermediación especializada, como las agencias de viaje, y los trayectos con perfiles gastronómicos.
Así, ya tenemos las cuatro patas sobre las que asentaremos un plan de desarrollo de turismo gastronómico son el producto, la comunicación, la promoción y la comercialización.
Producto: los circuitos asociados a los productos estrella de nuestro destino gastronómico son claves; a través de circuitos gastro, rutas asociadas al producto –llámese Pemento de Herbón-Padrón, vino de La Rioja o txacolí vasco– y las jornadas de exaltación de productos son fundamentales para asociar nuestro producto y destino a unas fechas y actividades concretas. Después es el turno de los cocineros más reconocidos de nuestro destino. Las “Jornadas de Cocina con el Chef” en las que la base y estrella son los productos locales ayudan a ganar visibilidad y prestigio entre nuestro público objetivo. Por último, la dinamización a través de concursos de tapas, talleres de degustación, catas y maridajes, showcookings son la forma directa de conectar de una manera atractiva y no agresiva: no se trata de grandes eventos sino de happenings que los turistas pueden añadir a su agenda de ocio junto a la visita a los monumentos y lugares especiales de cada ciudad.
Comunicación: el social media gastro y las redes sociales son el caballo de batalla de la comunicación. Desde las redes sociales y nuestro Portal de Gastronomía local mantendremos el pulso informativo y será la referencia para cualquier potencial visitante que quiera interesarse más sobre nuestro destino gastronómico. La relación con medios convencionales y blogs especializados tiene que ser de proximidad: los encuentros de gastrbloggers, los Presstrip y los Blogtrip –viajes organizados para prensa y bloggers especializados– son un inicio para dar a conocer nuestro destino gastronómico a través de prescriptores reputados.
Promoción: la presencia del destino, y una presentación atractiva del mismo, en ferias y congresos del sector gastronómico son fundamentales. Además, el apoyo en acciones de street marketing ayudarán a dar a conocer nuestro destino en los mercados de origen. Si estamos en una fase inicial de promoción de un destino gastronómico, podemos recurrir a la promoción bajo una marca paraguas (por ejemplo, Saborea España, en el caso estatal) o a través de asociaciones del sector que emprendan acciones de promoción en mercados emisores.
Hasta aquí los puntos sobre los que se puede organizar un destino turístico gastronómico. De nuevo, recordamos que se trata de implicar a todos los eslabones de la cadena y que todos son necesarios para ofrecer un producto de calidad y sostenible orientado hacia el buen yantar y el buen beber.
¿A ustedes qué les parece?