Un nuevo año, las mismas hojas que caerán del calendario pero 2016 promete ser el inicio de una época de cambios para el turismo en España. Una época de mudanzas en las que tendremos que repensar un poco el papel que juega el turismo como una de las actividades económicas más importantes y su relación con las personas que habitan esas ciudades tan atractivas y divertidas. Este nuevo año puede ser crucial para eso que se ha llamado turismo sostenible’ y que trata de poner en valor y en perspectiva de conjunto una actividad que significa tanto para tanta gente.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a ‘turismo sostenible’?
Para acercarnos a una idea formulada de forma correcta, podemos consultar un buen documento redactado por Miguel Angel Troitiño Vinuesa, en el que relata la naturaleza transversal del fenómeno turístico y su relación con las ciudades patrimonio de la Humanidad.
Primero queremos recordar que España es el tercer país con más monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, solo por detrás de Italia y China. La historia acumulada en la Península ha dejado numerosas muestras de arte mueble y ciudades que reflejan el esplendor y la decadencia de la historia europea.
La experiencia de combinar el fenómeno turístico con el atractivo de estas ciudades y monumentos cambió para siempre el concepto de patrimonio: los conjuntos patrimoniales pasaron de ser considerados una carga para las arcas de una ciudad (monumentos antiguos, caros en su mantenimiento y que limitaban actividades expansivas como la construcción) a una fuente de ingresos más o menos estacionaria y, sobre todo, una marca de distinción en un mundo globalizado en el que cada vez es más complicado distinguir una urbe de otra.
Los perfiles urbanos reconocibles, los palacios renacentistas, las apretadas calles medievales, las ramblas, los museos, las antiguas capitales…Las ciudades españolas han participado del turismo cultural o artístico desde el siglo pasado y los resultados son desiguales: encontramos ciudades saturadas porque el incremento de visitantes no se acompasó con el incremento de infraestructuras que pudiesen gestionar ese incremento poblacional en determinadas épocas del año.
Para conjurar estos peligros derivados de la falta de planificación turística en entornos declarados como Patrimonio de la Humanidad, la previsión y la planificación estable y continuada son clave. Repasamos las áreas clave en el desarrollo del turismo sostenible según Troitiño, si tenemos en cuenta la cadena del fenómeno turístico y su impacto en una localidad:
- Acogida física: para medir el impacto del turismo en un entorno urbano o rural, debemos medir el número de visitantes a partir del que se ven afectados los recursos naturales y los recursos culturales se ven afectados negativamente.
- Acogida económica: si rompemos el equilibrio entre recursos necesarios para la población fija y la eventual, rompemos el equilibrio entre actividades y tenemos un modelo de turismo insostenible.
- Acogida social: a tenor de la rotura entre la atención a los turistas y las necesidades de la población, , es posible que los habitantes de una ciudad o zona turística perciban turismo como invasión
- Acogida cultural cuando, por la presión excesiva o por estrategias de comercialización y gestión incorrectas, la cultura local se banaliza y se pierde la esencia que hacía de ese lugar algo único.
Si superamos los límites de la acogida en cualquiera de sus dimensiones, la gallina de los huevos de oro se nos extingue, pero también debemos establecer unos umbrales claros en los que reconocer los síntomas del agotamiento en una actividad económica como el turismo, que necesita cuidados y renovación casi de forma permanente. Tener unas determinadas zonas de una ciudad con un índice de ocupación alto durante doce semanas al año aún no es sinónimo de saturación, aunque pueda complicar un poco el tránsito a los residentes.
El turismo sostenible trata de equilibrio, de diversificar, de acompasar una actividad económica al resto de la ciudad y en que los beneficios del turismo reviertan de forma notable en la vida cotidiana de todas y todos, no tan solo de los interesados.
Una ciudad patrimonio de la humanidad no puede vivir tan solo del monumento que le dio la fama y el reconocimiento. Si concentramos el grueso de los visitantes; se debe apostar por una lectura urbana del mapa de la ciudad y que se resalten más lugares y recursos que pueden quedar eclipsado tras la grandiosidad del monumentos estrella.
Una ciudad saturada por el turismo es una ciudad que, en primer lugar, ya ha dado la espalda a sus propios ciudadanos: las infraestructuras integradoras, los programas de actividades socioculturales, una buena red de transporte público, las políticas de vivienda accesibles en todos los puntos de la urbe…Todo esto, y más, construye una ciudad acogedora y amable para los habitantes, así que, ¿cómo no va a ser atractiva para los turistas?
A veces nos encontramos con la idea de parque temático para referirnos a un espacio turístico que ha perdido su identidad en favor de las ofertas y la espectacularidad. En ocasiones se aplica de forma poco adecuada a lugares en los que el turismo es la única actividad económica funcional ya que el resto de negocios e iniciativas se han visto expulsadas del entorno por diferentes motivos. Un antídoto contra la espectacularidad y el excesivo dominio delas multinacionales es adecuar el espacio urbano a la mayor diversidad económica posible: comercio, artesanías, actividades administrativas, residencia, etc…Un entorno vivo conjura los demonios de la cultura hueca. Una sobreoferta de equipamientos culturales o de infraestructuras turísticas acaba por producir una saturación insostenible.
El turismo sostenible pasa, obviamente, por el cuidado extremo hacia los monumentos que convierten a una ciudad en un centro turístico, así como por facilitar el acceso a estos monumentos. Se trata de la imagen mental que perdurará en el recuerdo de los turistas y si no se accede correctamente o no se facilita el conocimiento profundo sobre los monumentos, no servirá de nada que nos gastemos mucho en publicidad o en ofertas. Tener patrimonio es importante, pero no es suficiente para ser un destino turístico de calidad.
Por último, un destino de calidad y sostenible cuenta con un plan que aúna las necesidades de la población y la voluntad de convertirse en un centro de acogida turística relevante. Es la gente de una ciudad la que tiene que querer esta salto y tiene que verse integrada en él, no desplazada. Las políticas urbanísticas, las culturales y las de estrategia turística tiene que coordinarse en organismos neutrales, como los consorcios o los centros de gestión urbana, que garanticen que las infraestructuras necesarias sean sostenibles para toda la población. Hablamos, en fin, de esa conjunción entre el liderazgo institucional, la concertación empresarial y la participación social.
Esta entrada es un primer esbozo sobre una idea amplia como es el turismo sostenible. Lo importante es entender que todos contamos a la hora de mantener una actividad económica que reporta beneficios a la ciudad pero que debe hacer partícipes a los ciudadanos.
¿Cómo os imagináis vosotros el turismo ideal en vuestra ciudad?