En esta crisis que todo lo puede, se pone de moda exigir rentabilidad a la gestión de destinos, ya sea en forma de SA, fundación, patronato, consorcio, instituto o puro negociado de turismo. Arriesgado es a día de hoy, no pedirle a la administración pública que no controle el gasto y que no equilibre su cuenta de resultados. En Turismo, las situaciones que se están viviendo en algunos destinos turísticos con la gestión creemos que no se miden bien, optando más por el recorte y la austeridad, que por el camino de como hacerlos más sostenibles, y por tanto rentables.
En Europa no son más listos que nosotros, pero si un poco más inteligentes, al menos en algunos destinos. Me explico. Ellos entienden que para mover la industria turística se necesita presupuesto, pero eso no quiere decir que sea la administración el que la tiene que asumir y menos en totalidad. Ni los impuestos dan para tanto, ni tiene porque ser así, si además, con cambios en el modelo, se pueden conseguir ingresos, rentabilidad y equilibrio.
Creo que hay modelos en Europa, que pueden ayudar a entender que con cambios estructurales, legislativos y de actitud, la promoción de los destinos turísticos pueden tener una parte de rentabilidad. No hay milagros, pero hay posibles. Ahora que está de moda exigir resultados, lo que no puede ser es exigirlos con las mismos mimbres. Y hay caminos, pero hay que querer verlos. Lo primero que hay que hacer es comprender que la administración pública, al menos la turística, no es una ONG. No tienen ánimo de lucro, pero pueden ser rentables y pueden dar beneficios, sin stock options, si no que revertiéndolos en el sector. Qué mejor manera de mirar por el interés general.
Lo segundo que hay que comprender es que a nuestro modelo hay que darle una vuelta. Es difícil encontrar en España, oficinas que ofrecen servicios por un coste repercutido al usuario. Es difícil encontrar una oficina que cobre sus mapas o folletos. Es difícil ver infraestructuras y servicios turísticos gestionados desde lo publico o lo público-privado. Es difícil ver a un destino turístico con una central de reservas que dé dinero. Y más difícil es ver algún destino que cobre un impuesto directo al consumo turístico. Y así un largo etc.
Para que todo lo anterior deje de ser difícil, no se puede conseguir con el galimatías del marco legislativo, estructural y competencial actual. Los casos de éxito de destinos cuya gestión sea sostenible, pasan no sólo por atender oficinas de turismo, sino por diferentes medidas en distintos campos. Desde cobrar por sus servicios, hasta gestionar directamente infraestructuras y servicios turísticos, sumado al cobro de tasas si fuese necesario.
Y eso ya existe, y no son más listos que nosotros, insisto. Yo he pagado por un mapa en la oficina de Turismo de París, reservé servicios en un montón de oficinas de turismo de países europeos y pagué por ello. Y no pasa nada. En Francia la tasa está extendida y es el primer país receptor de Turismo del mundo. Visit London tiene una central de reservas que es una gran fuente de ingresos. Barcelona lleva directamente la gestión del Bus Turístico entre otras cosas. Otros gestionan sus propios palacios de congresos, sus recintos feriales, sus centros de interpretación o las entradas a sus principales recursos. Y nadie se asusta, al contrario. Todos reman en la misma dirección y nadie pierde el tiempo en decir que eso no es competencia de lo privado, que lo público no está para esto y demás.
Por favor, no me hagan explicar modelos de éxito como DMO o como DMCs en otros países, que por supuesto no son el nuestro. Es un tema cultural por supuesto, «Spain is Diferent», pero no juguemos al perro del hortelano, que ni comemos, ni dejamos comer.