El pasado jueves 29 de septiembre nos invitaron a participar en una jornada organizada por la concejalía de Turismo de Santiago de Compostela en la que el buen amigo Mario Crecente y su equipo trataron de ponerle “orden” a una iniciativa que pretende dotar futuras ideas para una revisión del plan estratégico de Turismo de la ciudad de Santiago que parece se va a plantear en breve. Las jornadas se realizaron bajo la denominación “Turismo Ordenado: repensando la relación entre el turismo y la ciudad”.
Sin entrar en mucho detalle ponente por ponente de lo que allí se dijo, queremos a través de este post, sintetizar varias de las ideas y aportaciones que por allí se dijeron, que nos hacen reflexionar sobre aspectos varios sobre la gestión del destino en general y de Santiago de Compostela en particular, donde los problemas siguen ahí con el paso de los años: financiación, desestacionalización, descentralización, turistificación, accesibilidad etc.
No existe un modelo turístico existe un modelo de ciudad.
Una gran frase del ponente Joan Torrella, la cual sin ningún género de dudas suscribimos, como técnicos en Turismo y como personas que vivimos en un entorno. Las ciudades tienen que revisar sus modelos, hacia donde dirigen sus estrategias y si en ellas está el Turismo, se debe de definir qué modelo turístico se quiere enmarcado en un modelo de ciudad y no al revés.
Si no hay ciudad, no hay turismo, si no se piensa así, el riesgo que se corre es mucho mayor. El problema, pese a que la frase nos sigue gustando, es que en la realidad no funciona, se mira hacia otro lado y llega como siempre tarde. Tan sencillo como la vida misma. Cuando hablamos de un turismo que se deja acampar a sus anchas y sin control, existe riesgo de caos y las consecuencias son de difícil solución. Es como no tomar ninguna medida preventiva para evitar el cáncer y cuando ya tenemos metástasis queremos ponerle remedio.
Este ponente nos habló de la problemática del excesivo turismo en la ciudad de Barcelona, los problemas que está causando sobre la población local, la animadversión que genera y que medidas se están empezando a tomar para paliarlas. Comentó cuestiones curiosas como que a Barcelona ya no le debe de interesar la promoción en toda su amplitud, que los eventos que se realizan tienen que ser medidos, que el producto turístico debe de ser revisado y que se tienen que ordenar los flujos y la movilidad del turismo para una mayor adecuación, fomentando el mismo hacia los espacios menos saturados. También se habló de la financiación, de la tasa turística del gobierno catalán (recaudó cerca de 40 millones en 2015), su distribución y que claramente no ha tenido ningún efecto sobre la demanda, como muchos hemos dicho desde hace años y que tanto temen y rechazan los alojamientos turísticos en un principio.
Pese a todo, no conocemos ninguna ciudad que luego de su metástasis turística lo haya solucionado hasta ahora, ni parcheado si nos apuran. Es evidente que es peor dejar campar a sus anchas pero sin duda difícil papeleta y si hay alguna solución, serán pequeñas correcciones pero no la resolución del problema y mucho menos a corto plazo. No somos muy optimistas en este sentido.
El turismo es como el fuego, te sirve para cocinar y darte de comer pero te puede quemar la casa”.
En realidad pasa con todo que dejas crecer sin control y sin que nadie piense en las consecuencias, al final te puede quemar. Por supuesto te da cosas, pero falta de estrategia, ponerle cabeza al crecimiento turístico, el cortoplacismo pueden romper el saco. La reflexión que nos proporciona esta frase es tener claro de una vez por todas que es necesario saber hacia donde vamos, como queremos crecer y hasta donde está el límite de este crecimiento y sobre todo, a cambio de qué.
Estamos totalmente convencidos que los destinos que más posibilidades tienen de que esto no pase son aquellos que todavía están a tiempo de revisar su turismo, su modelo, su accesibilidad, la integración de todos los actores, que la ciudad no viva de espaldas, mirar su sostenibilidad, implicar a la ciudadanía para que puedan controlar su industria turística con el objeto de no matar la gallina de los huevos de oro, antes de que nos diagnostiquen un cáncer con metástasis difícil de parar.
En este paradigma entendemos que se encuentra Santiago. Santiago no tiene ni de lejos el problema de Barcelona, ni de Venecia ni de otras similares. No confundamos 3 calles y una plaza saturadas durante 3 meses al año con una turistificación sin control, que ni de lejos estamos en estas, en nuestra humilde opinión.
Lo que está claro que cualquier destino que se precie y a estas alturas de la película, con tanta sostenibilidad, responsabilidad social empresarial, ecodestinos, la economía colaborativa y demás lindezas, sería del género estúpido no prestar atención como ciudad a estas cuestiones y la política turística y el sector tienen que ir si o si de la mano. Todos viven de lo mismo, cuidarlo es patrimonio de todos.
Hay un cierto tufillo con el Turismo…
Especialmente brillante estuvo Liñares al final de las conferencias. Hizo el esfuerzo de dar un mensaje positivo, que oyendo a más de uno parece que el Turismo tiene un cierto tufillo negativo en los últimos tiempos, el cual se debe aislar a casos concretos y no extenderlo como si de una moda de algunos se tratase, tratando al turismo como el culpable de todos los males.
Es evidente que toda industria que aporte riqueza exige sacrificios. Si queremos energías limpias, pues tendremos que acostumbrarnos a ver molinillos en nuestros montes, que por las noches en la zona vieja hay ruidos y en la mayoría de los casos son universitarios no implica que haya que ir en contra de la universidad. Es evidente que nos encantaría que Apple estuviese en el Polígono del Tambre decía Liñares, pero en Santiago no hay un Silicon Valley. El turismo en la ciudad es algo que aporta mucho a la misma. Nos da reconocimiento internacional, nos sitúa en el mapa mundial que no es poco y no deberíamos de quejarnos mucho. El turismo aporta cuestiones más que positivas en una ciudad que tiene la suerte de ser elegida por muchas personas que deciden desplazarse hasta allí para conocerla y aunque no lo justificamos, como todo te da compensaciones y sacrificios.
En definitiva, no focalicemos un problema donde no lo hay, por que los árboles te impedirán ver el bosque. Es decir, si todo el esfuerzo va para hacer partícipe a la ciudadanía y la sostenibilidad del Turismo, ojito que mientras tanto se te van los aviones del aeropuerto, te baja la estancia media y el gasto turístico, los tourperadores fomentan la pernoctación en otros destinos, la temporada baja será más acentuada lo que implica empleos de peor calidad y pasarán otros tantos años sin rumbo y con la mayoría de los problemas sin resolver.
Tenemos un casco histórico en Santiago premiado internacionalmente, dotado durante años con muchos millones de euros para ponerlo como ejemplo en su rehabilitación y conservación pero entrando en la paradoja de que en todos estos años cada vez vive menos gente en él, con una mínima conectividad decente a internet por enumerar alguna carencia entre otras. En esto el Turismo no ha tenido ninguna culpa y la oferta de hoteles con encanto en el casco histórico de Santiago es un aspecto bastante singular de nuestra oferta y necesita como agua de mayo para ganar en autenticidad e integración, vecinos, que aporten valor a la experiencia de nuestros visitantes, no?. Ahí lo dejamos caer para la reflexión…
Se han hecho muchas cosas bien…
Nuestro Julio Castro del Parador entre otras cosas, hizo una retrospectiva de los principales ítems que han influido en la promoción de la ciudad. Recordó ese Xacobeo 93, la declaración de Patrimonio de la Humanidad tanto de la ciudad como del Camino de Santiago, como fiel testigo de un Santiago al que dejó temporalmente y al que volvió con más brío como testigo de cargo de su evolución.
Qué mayor turismo ordenado que esa “Ciudad Pensada” del proyecto 93-99 realizado por el equipo Xerardo Estévez (con un brillante artículo este fin de semana en la Voz), que no fue precisamente el paradigma de la gestión turística profesional de un destino pero que sí dotó a la ciudad de una estrategia donde todas las administraciones cohesionaron objetivos, creando el Consorcio de la Ciudad de Santiago, el Palacio de Congresos, el Auditorio de Galicia, el CGAC, el periférico etc y dotó a la ciudad de infraestructuras, programación cultural y activos claves para una ciudad de marcado carácter europeísta y un destino turístico de tirón internacional con el apoyo de todos.
Recordamos datos que nos dio reflexiones tan interesantes como el diferencial entre el xacobeo 99 y la ciudad europea de la cultura “Compostela 2000”, donde se demostraba con datos estadísticos tan curiosos que en el año 2000 tuvimos casi tanto gasto turístico como en el 99 y más estancia media viniendo la mitad de gente. Ahí tenemos un dato para reflexionar y abrir un camino.
Algunos pensamos que Santiago y muchos otros destinos, deben de buscar su algoritmo para indexar bien su oferta y su demanda, su población local y visitante, para encontrar ese equilibrio que nos haga creer en el negocio de la felicidad como algo que hace conjugar los intereses de todos por el bien común del entorno en el que vivimos, ese turismo ordenado que nos haga crecer y desarrollarnos con cabeza, con la implicación de todos los agentes pero que a día de hoy también tiene problemas de producto turístico, de diversificar su oferta, de promoción más selectiva, de mejorar estancias medias, su accesibilidad aérea, su desestacionalización y unas cuantas cuestiones más vinculadas a la gestión del destino y que siguen ahí a lo largo de estos años. La clave es hacer conjugar estos retos con su sostenibilidad, tarea que no es fácil y sobre todo, saber donde están las líneas rojas y donde no, ese es el algoritmo a encontrar.
Ordenado sí, pero hagamos nuestro trabajo todos y en todos los ámbitos y no creemos un problema donde no existe, salvo para prevenirlo que es responsabilidad de todos. Queda mucho por hacer y en el equilibrio estará el éxito. Encontremos el algoritmo. No les parece?